viernes, 4 de abril de 2008

Triste Realidad

Año 2002. Luisa y yo recién llegadas desde Mar del Plata a la Capital lo único que hacíamos era estudiar. En los días lindos nos íbamos con los apuntes a tomar unos mates a la Plaza Mitre (enfrente del Museo Nacional de Bellas Artes). Nos sentábamos en el pasto debajo de un Jacarandá y comenzaba la ceremonia.
Estaba muy lindo, el cielo azul sin una sola nube, era uno de los primeros días de otoño. Preparamos el mate, fuimos a la plaza, pusimos nuestros pareos debajo del árbol y contemplamos el paisaje.
Mirábamos a los paseadores de perros, a los perros, a los otros perros y a los dueños de los otros perros, a la viejas tomando sol, a las chicas con tetas nuevas tomando sol, a los hombres aceitados, musculosos y bronceados tomando sol, a la loca que vive en la plaza y barre y grita todo el tiempo, a los tacheros que duermen la siesta, al chico drogado del redoblante que también tiene una perra, a los parquistas, a los autos que pasan por Av. Libertador, a los personal trainers y más atrás a las sacrificadas chicas de 50 que parecen de 25...

Conversación:

Luisa - ¡Maca!
Maca - ¿Qué?
Luisa - ¿Por qué no hacíamos esto en Mardel?
Maca - Porque teníamos a dónde ir.
Luisa - ¡Que hija de puta!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que épocas y pensar que ya pasaron 6 años. Se me pianta un lagrimón. Te quiero. Se que lo sabés.

Anónimo dijo...

putas, son todas putas