lunes, 26 de mayo de 2008
viernes, 16 de mayo de 2008
domingo, 11 de mayo de 2008
El deber del placer
De Pierre Bourdieu, La Distinción, 1984.
¨Así, la moral del deber que, fundada en la oposición entre el placer y el bien, lleva a la sospecha generalizada hacia la diversión y lo agradable, al miedo al placer y a una relación con el cuerpo hecha de ¨reserva¨, de ¨pudor¨ y de ¨modestia¨, y que acompaña con la culpabilidad cualquier satisfacción de las pulsiones vedadas, la nueva vanguardia ética (nueva pequeña burguesía) opone una moral del deber del placer que conduce a experimentar como un fracaso, capaz de amenazar la propia estima, cualquier tipo de impotencia para ¨divertirse¨, to have fun, o, como gusta decir hoy con un pequeño estremecimiento, para ¨disfrutar¨, no sólo al estar autorizado el placer, sino también porque se exige en nombre de razones que se pretenden menos éticas que científicas: el miedo de no tener bastante placer, consecuencia lógica por superar el miedo al placer, se combina con la búsqueda de la expresión propia y del propio cuerpo (¨la expresión corporal¨) y de la comunicación con los otros ( ¨to relate¨, el ¨intercambio¨), incuso de la inmersión de los otros (considerados no como grupo sino como subjetividades en busca de sí mismas), para sustituir una ética personal por un culto a la salud personal un una terapéutica psicológica.
(...) Como lo demuestra el uso que hace de la jerga psicoanalítica, la moral modernista de una vulgata psicológica que moraliza bajo el color del psicoanálisis; y como lo testimonia el lugar que concede a la ¨utopía de la plena reciprocidad orgásmica¨ de la que habla Erikson, trasmuta, según el viejo sueño positivista, una definición falsamente positiva de lo normal en imperativo de la normalidad y funda el deber de orgasmo de la moral teórica sobre las observaciones de una falsa ciencia de las costumbres a lo Kinsey, introduciendo así la terrible contabilidad racional del ¨toma y daca¨en el terreno de los intercambios sexuales, de los que la mayor parte de las sociedades hacen uno de los últimos refugios del desconocimiento colectivo. Basándose en la autoridad de una falsa ciencia de la sexualidad para naturalizar una manera de ver y de vivir la sexualidad que, invención histórica muy reciente, descansa en unas condiciones sociales de posibilidad muy desigualmente repartidas, dicha moral destina a la patología de la ¨miseria
sexual¨, es decir, a los buenos oficios del psicoanalista o del sexólogo, únicos en condiciones de definir la competencia sexual legítima, a todos aquellos que la moral antigua hubiera destinado a la barbarie de la sexualidad ¨natural¨ . y que, retardados en una ¨revolución sexual¨, son una vez más víctimas de la universalización de una definición de la competencia no acompañada de la universalización de las condiciones de adquisición de esa competencia.
(...)
Esta psicologización de la relación con el cuerpo es inseparable de una exaltación del yo, pero de un yo que no se realiza verdaderamente (¨desarrollándose libremente en todas sus posibilidades¨) más que en la comunicación con los otros (¨compartir las experiencias¨) por mediación del cuerpo tratado como un signo y no como un instrumento (por donde puede
deslizarse toda una política de la relación con el cuerpo ¨alienado¨). Ya se habrán reconocido las intenciones que se encuentran en la base de la ¨expresión corporal¨, esa especie de parto sin dolor del cuerpo propio.¨
lunes, 5 de mayo de 2008
Días de Tango
Prefiero escuchar a bailar tango. Acá van algunos clásicos con unas letras que dan ganas de estamparse contra la pared.
Desencuentro
Como dos extraños
Fuimos
La última curda
Los mareados
sábado, 3 de mayo de 2008
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