martes, 15 de julio de 2008

Sobre gustos ¿No hay nada escrito?

"No pudiéndome pagar los muebles auténticos que hubiera querido tener, me pagaba los muebles auténticos que no alteraban mi presupuesto. Nada de imitaciones, de falsos Luises, de falsos Chippendales, de falso Provenzal (colmo de lo horrible) en mi casa. No importa qué, pero auténtico"...

Victoria Ocampo

Esta cita me pareció genial. Es digna de quién habla. Sino estuviera firmada igualmente podríamos decir qué tipo de sujeto la esta escribiendo, a qué condición de clase pertenece, qué tan culto es, dónde vive, qué hace.

Pero esta firmada por Victoria Ocampo, representante de la burguesía nacional por excelencia, eso explica muchas más cosas.

Aquel fragmento es la introducción que utiliza Cecilia Arizaga para su artículo "La construcción del gusto legítimo en el mercado de la casa". Allí habla de los procesos de legitimación de estilos de vida en las “nuevas clases medias” porteñas y de la legitimación de ciertos estilos de vivienda. Entre los conceptos que trabaja aparecen el valor de lo auténtico y del "buen gusto":

"Si bien hay una idea generalizada basada en la armonía, el “saber combinar”, el pensar el gusto hace que el sujeto se sienta exigido de reflexionar sobre algo que puede reconocer a simple vista sin estar seguro del por qué. El toque personal actúa como baluarte del buen gusto en tanto los consumidores, así como la intermediaria cultural, entienden que es sinónimo de autenticidad que está expresando, nada más ni nada menos, una seguridad de pertenencia. Esta seguridad en pertenecer, en la inclusión de un “nosotros” que se pretende ascendente, cobra especial importancia en contextos de alta vulnerabilidad de la posición social. Un sujeto “a la deriva” (Sennett, 2000) está ávido de signos que supongan un nicho de certeza de dónde se está, y por otra parte, la movilidad social resulta tan abrumadora, hacia arriba y hacia abajo, que el cuidado de los signos debe ser mayor, pues los imitadores del buen gusto pululan por doquier gracias a la difusión en los medios masivos. El decorador, como figura del experto, resulta en ese aspecto un personaje problemático, ya que puede denunciar la falta de gusto en su cliente, y “el buen gusto no se compra”."
Cecilia Arizaga es socióloga, trabaja en el Instituto Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires. Para leer el artículo completo hace click acá.


1 comentario:

Jochi dijo...

No te olvides de Boudieu, cuanto escribio de los gustos!!!
Sobre gustos, de hecho, pienso, hay demasiado escrito